¿Por qué nos resulta tan difícil enseñar a los demás a tomar buenas decisiones?
¿Por qué nos resulta tan difícil enseñar a los demás a tomar buenas decisiones?

¿Por qué nos resulta tan difícil enseñar a los demás a tomar buenas decisiones?

¿Por qué nos resulta tan difícil enseñar a los demás a tomar buenas decisiones?

Por Braulio Linares.

Como dice Daniel Kahneman, doctor en psicología y ganador del premio nobel de economía en su libro “Pensar rápido, pensar despacio”, con los años y la experiencia vamos forjando confianza en lo que creemos saber y omitiendo lo que ignoramos, lo que nos permite tomar decisiones acertadas por intuición.

Pero… ¿Cómo podemos enseñar algo de lo que no estamos totalmente seguros cómo lo aprendimos? Bueno pues vamos por partes, imaginemos que de manera general nuestro pensamiento se divide en dos partes:

  1. Intuición
  2. Lógica

La intuición se encuentra muy ligada a la parte emocional y, dado que no podemos resistirnos a sentir las emociones de la vida, este es el lado del pensamiento que ejercitamos más, por lo que se convierte en nuestro pensamiento de respuesta rápida. Mientras que la parte lógica es deliberada y analista, lo que naturalmente requiere de concentración y tiempo, resultando en pensamiento de respuesta lenta.

En el momento de formular juicios y tomar decisiones se tiende a conjuntar las dos partes de nuestro pensamiento, la intuición nos permite evaluar de manera rápida la importancia de la decisión y la lógica entra un poco más tarde para enmarcar el problema, analizando toda la información para predecir tanto los riesgos como las estrategias para alcanzar el resultado deseado.

Si aprendemos a llevar las presiones de una manera controlada, o al menos no vivir angustiados, cuando llegue el momento de analizar una situación compleja para tomar decisiones, podremos recurrir a la intuición y la lógica para salir adelante. En contraste, si vivimos bajo una sobrecarga continua de presiones, no tendremos adecuada capacidad mental lógica, lo que nos llevará inconscientemente a tomar malas decisiones, con muy probables malos resultados, aumento de nuestra tensión, y en el peor de los casos nos pueden llevar a tomar acciones desesperadas con terribles consecuencias.

Aún si dicha restricción de la capacidad para pensar lógicamente no tuviera consecuencias dramáticas, en general tiende a disminuir la calidad de vida de la persona y de quienes la rodean, y a empeorar sus perspectivas llevándola sin escalas a un punto de desesperación y finalmente desinterés.

Paul Krugman en un artículo en The New York Times, asegura que la toma de decisiones es uno de los problemas más críticos en América, incluso señala que la toma de importantes pero comunes, como la elección de un seguro de salud, la selección de un plan de retiro, la elección del proveedor de internet, tienen tanta información y opciones que se han vuelto tan complejas que la gran mayoría de las personas no están en condiciones de tomar una buena decisión.

De esta forma podemos asumir que para enseñar a tomar buenas decisiones a nuestro equipo de trabajo, debemos generar 3 pilares en la organización:

  • Manejo del estrés: Enseña a tus equipos a lidiar con la tensión y planea los puestos de trabajo de tal manera que la presión ayude a todos a sacar la mejor versión de ellos mismos, sin perder la capacidad creativa y de análisis.
  • Análisis de información relevante: Fortalece tus procesos clave con indicadores de alta relevancia, de tal manera que los dueños de proceso puedan contar con la información suficiente para el análisis lógico de la decisión y medir su desempeño
  • Capitalización de la experiencia: Crea herramientas con la experiencia que durante los años has adquirido, lo mejor que puedes hacer con tu conocimiento es encapsularlo en un sistema que le ayude a tu equipo a tomar mejores decisiones mientras disminuyes su carga de trabajo

Lo anterior no significa que no existan otras áreas que jueguen papeles importantes para la toma de decisiones, pero desde mi perspectiva, estos parecen ser aquellos puntos crucialmente importantes que están presentes en los consejos de los más grandes tomadores de decisión.

En conclusión, enseñar a tomar buenas decisiones no se trata de permitirle al aprendiz equivocarse e ir aprendiendo de sus errores solamente, depende mayormente de la claridad de la información que utiliza, la definición de las metas que persigue y la importancia de entender el contexto alrededor del problema.

Hoy en día nuestros descubrimientos en ciencia y tecnología permiten que tengamos la capacidad de crear sistemas que guíen a futuras generaciones a tomar decisiones basadas en la experiencia y la lógica, acelerando el proceso de aprendizaje y disminuyendo las perdidas por errores.

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